La corrupción es toda negra, como los coches, corbatas, gafas y chaquetas.
La conspiración emocional es quebradiza, abyecta. Utiliza vocablos desconocidos, alimenta el ego de los perdidos, desequilibra la razón, la hace vulnerable a los cambios climáticos, al paso del tiempo.
Los te quiero se perdieron en aquel trozo de papel, que naufragará a la deriva en una imparcial lluvia de verano.