Pobre Nosferatu que se cree el ligón del barrio, con su traje negro,
sus zapatos de piel y esa rosa roja recién cortada en el bolsillo de la
chaqueta. Más que un vampiro parece un gitano con la cabra y el órgano. Con esa
carita siempre intacta, tantas cremas que se unta… pero si no envejece! Él
te agarra como a un jarrón antes de arrojarte el agua encima, te deslumbra
con sus largos e intactos colmillos, y te embriaga con ajetreados
canturreos merecedores de ir al evacuatorio.
Nosferatu disfruta
como nadie de la compañía de la gente, así puede aprovechar y robar las
sonrisas, destrozar cuerpos y chupar toda la energía que esas pobres
almas tienen. Él sabe hacerlo bien, es todo un maestro usurpando la felicidad
ajena. No deja que te des cuenta y después, ya es demasiado tarde.
Y te mira con esos ojitos de yonqui antes de tomar su dosis…
Hablo desde la más horrible experiencia. Yo conseguí escapar de sus
colmillos, pero tuve que fabricar la estaca perfecta.
Composición de la estaca:
1 Sonrisa de telediario perenne
¼ De kilo de paciencia
1001 "Qué feliz soy sin ti Nosfe..."
1 "Has terminado?"
El día de la matanza de Nosferatu hacía calor y era por la
mañana temprano. Él, cansado de volar pilló el metro. También los vampiros
usan el transporte público, e incluso reciclan. Yo estaba impaciente por
clavársela. Para mi sorpresa vi llegar a un vampiro triste, pero también
contento. Él hablaba y hablaba y se escondía los ojos entre lágrimas. Me quedé
perpleja, entiéndeme, nunca había visto a un vampiro llorar. Pero lo que
realmente jodía al interesado Nosferatu era verme feliz sin él, y yo se
lo repetía una y mil veces más “qué feliz soy sin ti Nosfe…”, y él cada
vez más enojado y rabioso. “Por qué eres feliz sin mí? Qué rara estás… son mis
colmillos, mi pelo…?” me decía. Lo grandes que pueden llegar a ser unas
simples palabras en el momento adecuado. Eran las doce y cuarenta y
dos minutos en punto, y en ese justo instante comenzó a balbucear, agitaba los
brazos de un modo nervioso, catatónico, y repetía constantemente que yo era su
alma… su alma… Genial? Genética? Gemela? Qué más da, yo ni tan siquiera
le escuchaba, sólo pensaba en la tarta de fresas y queso que dejé enfriar en la
ventana.
El muy iluso la noche antes pensaría que seguiría siendo su zombi
preferida. Porque Nosferatu te convierte en zombi, éstos son más
efectivos y manejables. Dan menos problemas que los vampiros.
Cansada de tanta palabrería barata le dije “Has terminado?”. En ese momento vio mi entereza, mis nuevos refuerzos de acero en las rodillas, cuello y
cráneo, sabía que allí ya no había más alegrías que robar, ya no.
A los pocos segundos pude ver como se desvanecía entre lágrimas y polvo
mientras decía ”Eres mi alma…”. Sigo sin saber qué decía de su alma.