lunes, 25 de octubre de 2010

Tiempo




El tiempo vaga indiscutiblemente haciendo del reloj un agujero en la pared. No deja que veas lo que hay detrás, la condensación de humo que ha reservado, cae en forma de lágrimas, y moja tus pestañas que ansiosas intentan descubrir lo que hay detrás de la mohosa y putrefacta pared.
Días y horas, palabras y silencios bastan para que la carcoma penetre en la mente y colapse las buenas intenciones, los proyectos favorables y los desahucios mas deseados. Estos se perderán como el último billete que había en el roído bolsillo.
El tiempo es una máscara que cubre al corazón y con suaves caricias lo acuchilla y le hace perder la razón.
Tiempo, sólo el tiempo hace que exista la espera, que se retrasen las palabras, y las sonrisas desaparezcan. Sólo él sabe hacer de un momento agraciado un lúgubre entierro. Después de todo no es Dios quién nos hace más sabios y viejos sino el tiempo, que como un gato se frota en nuestras piernas esperando algo a cambio. Lo que ahora es futuro ya forma parte del pasado, el presente es sólo el entretiempo, el perfecto entretenimiento, el juguete que el tiempo nos regala con la intención de camuflar la pasajera o perenne demencia que se aproxima o formó parte de nuestra vida.

lunes, 11 de octubre de 2010

San Godofredo





Descubres un corazón muerto, enlutado, lúgubre, en el mayor complot de obstinación sugestiva jamás efectuado por aquel ser.
Decidió cortar la cuerda que le amarraba a un nebuloso corazón aséptico, se dispuso a tapar las protuberancias de su conciencia, a perfilar su sotabarba para huir al extrarradio en busca de un poco de concordancia en su inyectable vida, llena de sueños e inseguridades.
Su descomunal miembro era lo único que le quedaba, y unas pocas monedas en aquellos bolsillos rotos.

jueves, 7 de octubre de 2010

Afilacuchillas



La solitud ya no es la que era, tampoco la busco, y no la culpo.
El trecho que hay entre el antes y el ahora es demasiado estéril para que broten nuevas soledades y renovados deseos. El tiempo, el gran dictador del hombre, se abandona entre palabras fútiles e instigadoras de los corazones desnortados, aquellos que un día desearon algo y con golosas cuchillas cortaron el hilo que mantenían vivos los deseos.
Los afilacuchillas son gente depravada, perturbada y hostil que se camuflan en lo dulce de unas palabras hermosas. A éstos les encanta atrasar las horas, quitarle las pilas al reloj, pasarse con la sal en los guisos y prometer cosas que no van a cumplir.
La ultima vez que quise sonreír no pude, habían pegado mis labios con pegamento de ratas. Nada es lo era, nada es lo que es y nada será lo que suceda. No he vuelto a sonreír igual desde aquella vez.
Canturrea con tu cerda lengua las alevosías a él, que yo estoy cansada y tengo mejores cosas que hacer.