lunes, 6 de septiembre de 2010

ABECÉ



Arrinconar el corazón en la esquina más mohosa de la habitación, gritar fuerte sin ser soberbio, un descorazonamiento heterogéneo. Vocales, consonantes, puntos y comas.
El afilalápices ensaya su siguiente relato, lleno de aberraciones y falso acento, éste halaga al acéfalo mutilando su conciencia (como a la lluvia de verano le aplaudes).
Mientras desbarba el moho que recubre su corazón adiposo, le canta canciones chirriantes, está esperando el abreboca que se pospone para las 12, otra larga espera donde el esperpento se prepara para desmontar al corazón de hojalata.
Lo abrupto de la seguridad son las dudas, por eso en el abecé del espantapájaros sólo existe la redención al abatimiento.

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