lunes, 25 de octubre de 2010

Tiempo




El tiempo vaga indiscutiblemente haciendo del reloj un agujero en la pared. No deja que veas lo que hay detrás, la condensación de humo que ha reservado, cae en forma de lágrimas, y moja tus pestañas que ansiosas intentan descubrir lo que hay detrás de la mohosa y putrefacta pared.
Días y horas, palabras y silencios bastan para que la carcoma penetre en la mente y colapse las buenas intenciones, los proyectos favorables y los desahucios mas deseados. Estos se perderán como el último billete que había en el roído bolsillo.
El tiempo es una máscara que cubre al corazón y con suaves caricias lo acuchilla y le hace perder la razón.
Tiempo, sólo el tiempo hace que exista la espera, que se retrasen las palabras, y las sonrisas desaparezcan. Sólo él sabe hacer de un momento agraciado un lúgubre entierro. Después de todo no es Dios quién nos hace más sabios y viejos sino el tiempo, que como un gato se frota en nuestras piernas esperando algo a cambio. Lo que ahora es futuro ya forma parte del pasado, el presente es sólo el entretiempo, el perfecto entretenimiento, el juguete que el tiempo nos regala con la intención de camuflar la pasajera o perenne demencia que se aproxima o formó parte de nuestra vida.

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