martes, 1 de mayo de 2012

Casi pero no



Aurora pensaba que ayer era un día especial, se puso su sombrerito de fiesta y se pintó de rojo puta los labios. Los zapatos que escogió fue el único regalo que su padre le hizo. De charol negro que se sujetan al pie con un lazo rojo, como esos que ponen en los regalos.
La tetera comenzó a silbar con descaro, cogió su taza preferida, una que compró en un pueblecito del norte de Alemania. En ella aparecen dos gnomos sentados en una enorme seta. Los gnomos le producen fobia pero cree que viéndolos a menudo su miedo irracional desaparecerá.
Para hacer que el día fuera más especial, mientras se tomaba el té puso su canción preferida  Back in Your Own Backyard de Billie Holiday. Verdaderamente esa canción es tan importante porque le encanta hacer el amor escuchándola, tantos rostros evocados en tan breve espacio de tiempo, le deja un regustillo muy dulce.
Cogió el metro, y allí vio a su príncipe azul. Era tal y como siempre lo había soñado, bueno, un poco más bajo y diez años más, pero era él, tan perfecto como su nariz aguileña. Se miraron tímidamente. Ella por supuesto tuvo el tiempo adecuado, ni demasiado ni poco para imaginarse encima de él cabalgando hasta nuevos horizontes indescriptibles. Pero sólo quedó en una sonrisa y en un te rozo pero no me atrevo.
Realmente seguía pensando que el día era especial, hasta que al salir a la calle vio a una mujer sentada en el suelo sujetando un trozo de cartón que decía “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti” era una frase que ella muy bien conocía de F. Nietzsche. Después de leer eso supo que ese día tan especial iba a dejar de serlo para convertirse en el día de los recuerdos desembaulados.

1 comentario:

  1. ... Y entre los recuerdos desembaulados estaban también las fotos en bicicleta, el cabello largo y las ideas al aire; cien caras sonrientes peleando por salir de la foto, varias de ellas aún se movían: estabas tú saltando, haciendo... así con la boca, posando como en los anios veinte, azoteas y cumpleanios.
    Resolvió que todo se resumía, de alguna manera, en fotos. "Oh, you can go to the East / Go to the West..." arquitectura de la espalda y los hombros; el olor de la playa; el sonido del viento; todos eran fotos. Eureka!.
    Las fotos que quedan. Como conclusión sacó que sabía lo que quería recordar de esta noche, de maniana, de los próximos cinco lustros. "Elegiré vivir los mejores recuerdos", se dijo antes de terminar el café.

    Fuera, se ponía el sol, era viernes y la bicicleta estaba abajo. Algo sonaba en el aire, pero no sé realmente qué era.

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