Aurora pensaba que ayer era un
día especial, se puso su sombrerito de fiesta y se pintó de rojo puta los
labios. Los zapatos que escogió fue el único regalo que su padre le hizo. De
charol negro que se sujetan al pie con un lazo rojo, como esos que ponen en los
regalos.
La tetera comenzó a silbar con
descaro, cogió su taza preferida, una que compró en un pueblecito del norte de
Alemania. En ella aparecen dos gnomos sentados en una enorme seta. Los
gnomos le producen fobia pero cree que viéndolos a menudo su miedo irracional desaparecerá.
Para hacer que el día fuera
más especial, mientras se tomaba el té puso su canción preferida Back in Your Own Backyard de Billie Holiday. Verdaderamente
esa canción es tan importante porque le encanta hacer el amor escuchándola,
tantos rostros evocados en tan breve espacio de tiempo, le deja un regustillo
muy dulce.
Cogió el metro, y allí vio a su
príncipe azul. Era tal y como siempre lo había soñado, bueno, un poco más bajo
y diez años más, pero era él, tan perfecto como su nariz aguileña. Se miraron tímidamente.
Ella por supuesto tuvo el tiempo adecuado, ni demasiado ni poco para imaginarse
encima de él cabalgando hasta nuevos horizontes indescriptibles. Pero sólo
quedó en una sonrisa y en un te rozo pero no me atrevo.
Realmente seguía pensando que
el día era especial, hasta que al salir a la calle vio a una mujer sentada en el
suelo sujetando un trozo de cartón que decía “Lo que me preocupa no es que me
hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti” era una
frase que ella muy bien conocía de F. Nietzsche. Después de leer eso supo que
ese día tan especial iba a dejar de serlo para convertirse en el día de los
recuerdos desembaulados.
... Y entre los recuerdos desembaulados estaban también las fotos en bicicleta, el cabello largo y las ideas al aire; cien caras sonrientes peleando por salir de la foto, varias de ellas aún se movían: estabas tú saltando, haciendo... así con la boca, posando como en los anios veinte, azoteas y cumpleanios.
ResponderEliminarResolvió que todo se resumía, de alguna manera, en fotos. "Oh, you can go to the East / Go to the West..." arquitectura de la espalda y los hombros; el olor de la playa; el sonido del viento; todos eran fotos. Eureka!.
Las fotos que quedan. Como conclusión sacó que sabía lo que quería recordar de esta noche, de maniana, de los próximos cinco lustros. "Elegiré vivir los mejores recuerdos", se dijo antes de terminar el café.
Fuera, se ponía el sol, era viernes y la bicicleta estaba abajo. Algo sonaba en el aire, pero no sé realmente qué era.